La Noche de los Vikingos I

Escrito por A. Montoro

Eran dos siluetas que se deslizaban por el puerto de Copenhague amparados en una espesa niebla que lo cubría todo. Se movían con sigilo y rapidez. Llevaban botas y ropas de cuero curtido y piel de animales, unas afiladas espadas ceñidas en la cintura y algunas reservas de agua. Eran Vikingos.

Finalmente subieron al barco que les esperaba atracado en uno de los innumerables muelles. El barco zarpó fantasmagórico y al cabo de un momento desapareció por completo de aquel puerto y de aquel tiempo. Unos minutos después, pasó por allí la guardia portuaria haciendo su ronda rutinaria sin saber que momentos antes allí habían estado sus antepasados los Vikingos.

≈≈≈≈

Estaban en casa del brujo. Junto al fuego, saboreaban cerveza y comían carne asada.

-Eran muy diferentes de los nuestros. Descomunales. De metal como las espadas y sin velas.

-Y llenos de cajas de hierro enormes. Muchísimas apiladas unas encima de otras.

-No tendríamos nada que hacer contra ellos en mar abierto.

El Brujo rompió el silencio.

-No buscamos pelear con ellos, ni sus riquezas, buscamos su sabiduría -dijo duramente.

-Es muy extraño, ¿como pueden navegar sin velas?

-Es una magia muy poderosa -dijo el Brujo-. Los gobiernan con la mente. Lo he visto en mis visiones. Rugen como el trueno de Thor y despiden humo negro hacia el cielo de Odín. Él está presente en ese tiempo y se manifiesta claramente en esos barcos. Él nos sigue guardando en el futuro como lo hace en el presente.

Eran tres los que conversaban sentados alrededor de una mesa de roble. Los dos guerreros que habían bajado del barco en el puerto y el Brujo. Gracias a su enorme poder y sabiduría habian conseguido atravesar los túneles del tiempo con un barco vikingo. Habían aparecido en un gran puerto y dos de ellos habían bajado a explorar. Y habían vuelto. Sanos y salvos.

-Tenemos que volver -dijo el Rojo. Su pelo y su barba eran pelirrojas. Era grande y fuerte como un oso y su inteligencia en la batalla era tal que jamás había perdido ninguna y seguía llevando a sus hombres a la victoria como el primer día.

-No estoy seguro, me da mala espina… ¿y si no regresamos, hermano? -era Rico Mano de Acero. Grande y fuerte como su hermano pero su cabello y su barba eran rubias. Inteligente y astuto, era su mano derecha en la batalla. Inseparables y valientes, habían llevado el drakkar al otro lado del tiempo y habían vuelto.

-Nada es seguro, sólo que Él nos espera al final del camino -contesto el Brujo.

Echó un leño al fuego y éste se avivó. Un profundo silencio los envolvió. Siguieron comiendo durante un rato y finalmente el Brujo volvió a hablar.

-Lo volveremos a intentar.

A. Montoro, gracias por compartir tu relato, saludos.

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